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lunes, 18 de abril de 2011



En el café de ayer…

-“Historias van, historias vienen”- mencionaba un señor ya grande de unos 50 y pico años de edad esto lo decía frente a me imagino un grupo de estudiantes o pasantes de alguna de esas carreras filosóficas, sociales o psicológicas…

Todos, absolutamente todos prestaban atención como si en algún momento fuera a revelar un secreto de la vida…

Irónicamente nadie lo llamo profesor, maestro o doctor (como en mi escuela se utiliza para no dañar el ego de los docentes), todos lo llamaron Saúl y así lo reconocían…

Saúl pero es que varios autores mencionan… -“mira, volteaba con un aire simple y le contestaba al chavo, lo que pasa es que este autor en ese momento todavía no conocía lo que era la locura, cuando la conoces y reconoces todo lo que dices suena coherente”-…

No me parecía equivocado y más en este mundo cuando lo que se opina no es muy bien visto y cuando dices un disparate alguien alaba tu comentario como algo propio para la ocasión…

La plática continuaba y parecía no tener fin… y yo hojeando “The Rolling Stone Magazine” que es una buena revista de música, noticias, etc.… después hubo un pausado silencio y me sorprendió por lo cual gire la vista y me pareció ingenuo hasta padre lo que “Saúl” que escribió en un muro del local, lo cual es válido en el lugar con la condición de que no se escriban groserías y cosas sin sentido; una regla muy válida hasta mi punto de vista…

Lo que este señor escribió me pareció algo desconocido al principio y familiar al último, como no reconocer un escrito de Paulo Coelho:

"Siempre es preciso saber cuando se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella mas allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto"

Hasta que punto tiene razón Coelho?, o es que todo lo que dice es cierto, o a la mejor en cada cosa con la que nos topamos parece recordarnos nuestra simple mortalidad, nuestro paso en este mundo, nuestros tropiezos y aciertos en el camino…

lunes, 11 de abril de 2011

Capitulo 47



Del amor y otros demonios…

Estar enamorado ralentiza los sentidos: esa es la conclusión de un grupo de científicos de la Universidad de Viena.

Lo que desde hace tiempo se presume en el ser humano, fue comprobado en conejillos de Indias.

Los animales "solteros" encontraban más rápido y de manera más efectiva el alimento en un laberinto que los cobayos que tenían pareja, que estaban demasiado concentrados en su objeto de deseo.

El estudio se propuso determinar qué efecto tiene la oxitocina -conocida como la hormona del amor y la felicidad- sobre la capacidad de aprendizaje y de recuerdo.

En sus experimentos, los expertos observaron durante semanas a dos grupos de cobayos: unos estaban en pareja y otros vivían solos.

Durante varios días consecutivos debían hallar alimento, que estaba siempre en el mismo lugar en un laberinto. Mientras que los animales en pareja hacían todos los días una nueva búsqueda, los "solteros" recordaban el lugar donde estaba el alimento y lo encontraban cada vez más rápido a medida que pasaba el tiempo. "

Los animales en pareja están muy concentrados en su compañero", afirmó Ivo Machatschke, que dirigió la investigación.

Pero el amor no sólo hace a los animales más lentos para aprender, sino que también les causa estrés.

Los investigadores comprobaron que los cobayos en pareja tenían un nivel más alto de cortisol, una hormona segregada por las glándulas suprarrenales en situaciones de emergencia o estrés.

Además, los expertos explicaron que las parejas de cobayos estudiadas se habían conocido hacía poco tiempo, por lo que el enamoramiento era reciente. A largo plazo, sin embargo, los animales en pareja superan a los "solteros".

Investigaciones anteriores con ratas y ratones habían demostrado que un entorno social intacto mejora la capacidad de aprendizaje y memoria.