De albañiles y otros cuantos …
Me imagino que para una mujer pasar por una construcción donde hay albañiles y no ser ‘piropeada’, es como
caminar sobre asfalto caliente sin zapatos y no quemarse los pies. Tan mal
acostumbradas están ya las féminas, que hace tiempo escuché que una actriz de
televisión declaraba -si pasas por una y no te chiflan, algo anda mal-.
Esta costumbre inició inocentemente en
España, en donde los jóvenes enamoraban a las damas obsequiándoles un piropo: rubí con un rojo brillante muy
intenso. De ahí, el piropo se tornó, tal como lo conocemos, en la frase galante
dicha, por lo general, a una mujer.
Tenemos,
por ejemplo, los aptos para toda la familia (AA) como "qué pasará en el
cielo que los angelitos se están
cayendo" que te arranca una sonrisa. En la clasificación C se
encuentra por ejemplo "quisiera ser frijol pa' embarrarme en tu tlacoyo" que te saca una bien
merecida mentada.
Algunos
piropos tienen la propiedad, bajo mi concepción de la realidad, de ser
altamente ofensivos al encontrar a las mujeres como objeto.
No
entiendo, en realidad, el propósito de esta última clase de piropos ¿creen
estos primates que un
día pasando por la calle van a gritar algo así de vulgar y entonces la rubia despampanante que no
entendió muy bien qué era un tlacoyo volteará y lo invitará con la cara más lasciva que tiene a su
departamento?
El
único lugar donde es totalmente posible, lamento decírselos, es en el cine de ficheras que tanto me
desagrada y que seguramente ha inspirado a los gañanes por años.
Si no
quieres ser insultado mejor abstente, como diría Chico Che "Tú dirás lo
que hay que hacer".